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Cencellada en los tejados. Cencellada en la hierba lastimada de los jardines. Cencellada en las vías del tren obsoletas. Como un aviso del invierno que creías olvidado y se instala de madrugada solapadamente. Te engañas con los colores mutantes de la ciudad. Tu cuerpo aterido no entiende de miradas. Te grita desde sus escalofríos.