"No tenemos ninguna idea acerca de la naturaleza y el alcance del sufrimiento de los demás. El dolor es instransferible". Lo leo en la novela 'Indigno de ser humano' de Osamu Dazai. Probablemente tampoco queramos disponer de mayor conocimiento, pues saber del padecimiento ajeno nos hace temer por el propio que podemos llegar a tener. Y el espanto a lo imaginado nos empuja a mirar para otra parte. Hay, además, un tipo de dolor ajeno, el distante, del que nos llegan imágenes todos los días que se detienen a las puertas de nuestra conciencia. Un dolor que nos alcanza tamizado, falseado, reducido. No podemos evitar que el dolor nos rodee. Y hay un ruido creciente para ocultarlo, al que cada cual de nosotros contribuimos. Aunque solamente sea con el silencio. Porque ruido y silencio se complementan para ignorar la verdad.
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