224.

 

Hay desaciertos prácticos, tales como la resistencia inútil a aceptar hechos consumados o acontecimientos irreversibles. Naturalmente llorar ante lo irreparable es un recurso emocional, pero baldío. No obstante conviene tener certeza de que no hay vuelta de hoja. No vaya a ser que lo que se nos ofrece como estación término -de algún asunto, alguna experiencia, alguna aspiración- haya sido un simple apeadero. Pero vivimos tiempos en que los apeaderos no existen, lo cual nos obliga a extremar las precauciones. Nunca nos demos por muertos mientras sigamos escuchando a los vivos.