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La palabra es una sustancia circulante. Una más que sumar a las corrientes naturales del cuerpo, las que denominamos biológicas que, por cierto, también mutan, se multiplican o se reducen, fluyen o se obstaculizan. No necesito pensar en la generación por sí misma de la palabra. Bulle dentro, despierto y dormido. Solo debo cuidarla al razonar y, sobre todo, al expresarla al exterior.