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Que uno viva un tanto acomplejado de saber lo poco que sabe no es propiedad expresa suya. Pero ese complejo, ¿basta para verse anulado o para reducir su interés por todo lo que es humano? Lee uno de los Ensayos de Montaigne -un libro que no podría haber leído hace veinte o treinta años porque apenas le hubiera interesado, es decir, que poco lo habría comprendido- y encuentra esta cita: "La ciencia y la verdad pueden residir en nosotros sin juicio, y el juicio puede también estar en nosotros sin ellas. A decir verdad, el reconocimiento de la ignorancia es una de las más hermosas y seguras pruebas de juicio que encuentro. Yo no tengo otro sargento que ordene mis piezas sino la fortuna. A medida que mis desvaríos se presentan, los amontono; a veces se apresuran en muchedumbre, otras veces se arrastran de uno en uno. Quiero que se vea mi paso natural y común, tan descompuesto como es. Me dejo ir tal como me encuentro". 

No sé si el Señor de Montaigne se sentiría más bien un diletante, pero hace bien en reconocer sus límites -yo me pregunto: ¿acaso los tiene?- y volver los criterios generales al uso del revés. Aceptar lo poco que sabemos no es ninguna rendición. Es el paso que estimula seguir dando otros pasos. Y sin embargo no puedo evitar pensar que en ese pensamiento de Montaigne hay algo de boutade, o simplemente de que no nos cuenta toda su verdad. Aunque, eso sí, me identifico con su particular método (que él da a entender que no lo es)