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Las primeras palabras de un individuo al cabo de un tiempo de nacer son de utilidad. Para pedir y para comprender al que pide y lo que pide. Cuanto más precisas, más valiosas, y más cómodas para todos. Pero su concreción no siempre es lineal, de una dirección única.  A partir de ese descubrimiento el niño que se va haciendo menos elemental se confunde. ¿Que las palabras tienen más de un rostro? Saber ver y encontrar las palabras adecuadas es un juego, también una batalla.